lunes, 14 de noviembre de 2005

Un oasis en el desierto


Un oasis en el desierto

Busco. buscamos. Buscáis. Buscas.
Todo es una búsqueda. Siempre buscando. Siempre en búsqueda. Así podróa ser calificada la vida: una carrera sin fin llena de búsquedas.

Busca alimento el hambiento. Busca libertad el anjaulado. Y el esclavo. Busca honores el creído. Y con él también el vanidoso. Y el soberbio. Y el fariseo.

Busca poder el que no puede nada y el que puede mucho. Y el que ha sido humillado. Y el que preside un partido. Y con él todos sus votantes. Busca ganar el jugador. Y vencer el derrotado. Y suerte el desgraciado.

Busca salud el enfermo. Y el médico. Y con ellos la familia. Busca placer el lujurioso.

Busca. Busca. Busca cobijo el huérfano. Y abrigo el que tiene frío. Y frecor el que está fatigado. Y descanso. Y agua el que tiene sed.

Busca estima el niño. Y hospitalidad el emigrante. Busca alcohól el bebedor. Y droga el que ya no busca otra cosa. Y sexo.

Busca alivio el dolorido. Y consuelo el que llora. Y misericordia el que peca. Y casa el desamparado. Y amparo el desausiado.

Busca clemencia el reo. Y el arrepentido, perdón. Y confesión el pecador. Y salario el obrero.

Busca donde robar el ladrón. Y donde esconderse el fugitivo. Y sombra el caminante. Y donde dormir el transeunte.

Busca. Y siempre buscando. Y sin saber muy bien qué. Ni por qué. Ni para qué. Ni donde. Ni con quién. Siempre buscando.

Siempre buscando ese oasis inabarcable se sosiego que calme todas las ansias de un sediente ser humano que vaga por este inmenso y desalentador desierto sin rumbo fijo.

Y sin embargo ese oasis está mas cerca de lo que muchos pudieran imaginar: en su propio corazón.